«RAFAELILLO»: “TODOS LOS DÍAS ME LEVANTO ACORDÁNDOME DE PAMPLONA”

Quiso que esta entrevista, realizada por los compañeros del Diario de Navarra, se llevara a cabo lo más próxima a su cita con el toro, Pamplona y la propia vida, “porque los sentimientos los tiene uno más a flor de piel y son distintos cuando se acerca el momento”. Y así se hizo. Adentrados ya en la semana de San Fermín. Rafael Rubio regresa hoy domingo por la tarde a la capital navarra tras la grave cogida que sufrió en 2019 por un toro de Miura. Fue sobrecogedor el momento. Espeluznante la escena y heladores los minutos que le siguieron. Sus palabras hoy, todavía, se entrecortan cuando recuerda aquel momento y habla de Pamplona. “Esta ciudad es única. Tiene una personalidad especial y es maravillosa. Siempre me ha gustado el contraste del Sol y la Sombra, el ambiente que se respira, su gente… Es una fiesta universal en la que el toro es el protagonista”, describe con emoción y, sobre todo, con humildad. Cada una de sus palabras invitan a reflexionar.

¿Qué supone para usted volver a Pamplona 36 meses después?

Un regalo de Dios y una nueva oportunidad de volver a una plaza en la que he vivido tardes importantes de puerta grande y tardes tan difíciles como la de hace tres años. Es una plaza a la que le debo mucho en lo profesional y también en lo personal. Un coso muy vinculado a mi carrera y a mi vida, por eso hay una parte en mí en la que me siento pamplonica.

En los días previos, ¿revolotean los malos recuerdos?

La mente es muy traicionera, por eso es esencial el trabajo mental. Uno tiene que intentar superar y borrar lo antes posible esos momentos que fueron durísimos en la plaza y quedarse con los bonitos, con esas puertas grandes vividas y con la afición. Por eso es tan importante la preparación de la mente, para lograr superar todos esos fantasmas que alguna vez le aparecen a uno.

¿Qué ha sido lo más duro?

La recuperación, los primeros meses porque no sabía si me iban a quedar o no secuelas, y si estás me iban a permitir volver o no a torear o de qué manera. A día de hoy, todos los días me levanto acordándome de Pamplona, porque tengo dolores continuos en la zona de los lumbares y el costal izquierdo. Fue una recuperación muy dura en la que no empecé a notar mejoría hasta pasado año y pico largo del percance.

Algunos toreros dicen que salen a la plaza a morir por alcanzar el triunfo. ¿Es usted de esos?

Eso los samurais. Yo lo veo exagerado. A mí me gustaría morir, pero de viejo. Yo la muerte la tengo asumida porque esta es una profesión de mucho riesgo, en la que puedes alcanzarlo todo o perderlo en un instante, por eso es una profesión tan bonita a la vez que tan dura. Pero de ahí a salir a triunfar o morir… Puedo salir con toda la entrega, cruzar límites, pero no pensando en que voy a morir.

¿Le ha cambiado el percance de Pamplona?

Me ha enseñado a disfrutar del día a día como torero, como padre, como persona… También me ha hecho madurar. Los momentos más duros que he sufrido, como fue la muerte de mi hermano Joaquín o la tarde de Pamplona, son los que más me han curtido, me han enseñado y me han hecho crecer humanamente. Cuando a uno le va todo bien no piensa. Va a una velocidad en la que no se para reflexionar. Eso lo haces cuando caes.

¿Cree que el toreo es justo?

A mí nadie me ha regalado nada. Al revés, he sembrado más que recogido. Siempre me he encontrado obstáculos que he tenido que ir esquivando, y cuando me he caído he tratado de levantarme de la mejor manera. A la vista está como está siendo mi carrera. Después de mi reaparición sigo matando lo mismo.

¿Y todas esas dificultades le hacen a uno ser más fuerte?

Sí, y tener una capacidad de superación como la de los toros bravos, de no venirte abajo. Ese ha sido uno de mis triunfos en la vida, porque no es más fuerte el que menos veces se cae sino el que es capaz de levantarse y de la manera más rápida. Igual que el valiente, que es el que sabe dónde está el miedo y es capaz de superarlo.

Este año, emocionó en Madrid con una gran faena de oreja y después se jugó la vida con un toro imposible.

En el toreo hay dos vías, la de la lírica y la de la épica. Cuando me han dejado los toros he ido por la de la lírica, como la faena a aquel primer toro de Adolfo Martín con el que saqué mi versión más tranquila y de mayor poso. Pero cuando no, hay que optar por la de la épica. En el caso de Madrid, el segundo fue un toro muy complicado, que no tenía medio muletazo. En esa faena tuve que cruzar esa línea en la que los pies queman.

¿Uno le guarda rencor al toro?

Al revés, el toro es tu colaborador, tu amigo… Es el que nos hace disfrutar siendo artistas y creando, pero también el que nos puede quitar la vida. Su misión no es otra que ir a cogerte. Él se defiende. Y, normalmente, las cogidas se producen por errores de los toreros. El toro es el más fiel en esta profesión y el de mayor verdad.

Siempre se ha acartelado con los Miura pero este año cambia a La Palmosilla. ¿Qué espera?

Es una ganadería que puede ofrecernos el triunfo. Estoy feliz. Espero que sea una tarde importante que pueda disfrutarla a nivel personal y junto a mis compañeros. Que los toros nos permitan crear y que la afición, esa tan maravillosa dividida entre el sol y la sombra, pueda disfrutar de una gran tarde de toros.

¿Le veremos en el encierro?

Ni corriéndolo ni viéndolo a las ocho. Intento dormir. Me da mucho respeto y hay que tener valor. Ahí no solo estás tú, sino que hay muchísimas personas. Como me despierte y los vea ya no descanso. Por eso intento relajarme y desconectar. Ahora mismo, en activo, no me planteo correrlos.

Entrevista publicada en el DIARIO DE NAVARRA este 10/07/2022 por Jesús Rubio

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