ANTONIO REVERTE EL HIJO ADOPTIVO DE LORCA por Julián Hernández Ibáñez

1542103983_008143_1542104186_noticia_normalAntonio Reverte, que había nacido en Alcalá del Rio (Sevilla), un 28 de abril de 1868, siempre se le consideró como algo nuestro, una parte de su corazón era murciano. Su padre, oriundo de Lorca, se llamaba Diego Reverte Navarro.IMG_7470d

Diego Reverte era un humilde jornalero afincado en Sevilla y que casó con una sevillana llamada, Pastora Jiménez.

Diego con su familia volvió y se estableció primero en Murcia y luego en Cartagena. En la ciudad departamental residió Diego Navarro hasta que Antonio cumplió los 12 años, momento en el que volvió a tierras sevillanas, para colocarse como jornalero en la finca de Pedro Espiga en el pueblo sevillano de Alcalá del Rio.

Había en la finca ganado bravo, lo que llamó la atención de Antonio y allí fue donde empezó a jugar primero y luego a torear cuando la ocasión era propicia y no había peligro de reprimenda. Debió, sin embargo, llegar a oídos de sus padres la afición del muchacho, y Antonio tuvo que abandonar el cortijo. Se fue al pueblo y se colocó en una carnicería.

Vestido de paisano mató el primer toro en su pueblo natal el año 1889, estoqueando después algunas otras reses en varios puntos, entre ellos Sanlúcar la Mayor, donde por matar dos toros recibió la cantidad de 35 pesetas del año 1890, perteneciendo los estoques que empleó al Espartero.IMG_7563

Antonio Reverte, no tenía la maestría de Frascuelo, ni las señoriales maneras de Mazzantini, ni la gracia de Bombita, ni el conocimiento de las reses de Guerrita, pero había tres cosas donde Reverte era mejor que todos los anteriores:

Un valor a raudales, a veces rallando la temeridad. Era pasmosa la serenidad con la que encaraba Reverte cada faceta de la lidia.

El recorte capote al brazo, al que dio carácter y sello personal. Como transcribe Daniel Tapía en su Historia del toreo de esta manera:

  “Una cosa nueva, un algo especial, con sello propio que importó en el redondel, ya fuera antes de comenzar los picadores su tarea, a la terminación de un quite en la suerte de varas, cuando venían los toros sobrados y enteros. Reverte clavaba los pies en la arena, adelantaba el brazo derecho con el capote plegado en él, aguantaba el empuje del bruto y se lo vaciaba, recortándolo con vuelo airoso de la tela al plegar con rápido movimiento el brazo al tórax.”

Y una personalidad aderezada con un magnetismo que le hacía ser un torero con un aura mágica y arrebatadoramente admirado y deseado por la inmensa mayoría de las mujeres del país.IMG_7443[4102]

Esto le hizo ser un personaje de copla. Quizá la más conocida sea esta:

  “La novia de Reverte tiene un pañuelo con cuatro picadores, Reverte en medio, y en cada esquina dice ¡Viva Sevilla!”

O esta otra que decía así:

  “La novia de Reverte tiene un piano que lo toca Reverte con las dos manos. Cuando anuncian los carteles que Reverte va matar se vuelve loca Sevilla y la gente de Alcalá. Me gusta a mí Reverte por lo torero, porque tiene matando mucho salero. Y yo le digo: -¡No te tires Reverte, vente conmigo!”

Antonio poseía un atractivo físico que hacía latir los corazones de las mujeres con solo hacer el paseíllo al son de la música. El nunca entendió el porqué de tanta locura desatada.IMG_7372[1288]

Sobre este desborde pasional, contaré dos anécdotas del torero con raíces murcianas.

Contaban, que poco antes de morir,  una admiradora marsellesa, le pidió un retrato a Reverte, el complaciente como siempre se lo dio, pero diciéndole:

           Tomad el retrato, señora, y guardadlo bien, pues es el último que doy en mi vida

 Aunque a veces tanta efusividad iba en perjuicio del matador. Cuentan que en una espléndida tarde primaveral en Granada estaba terminando la faena Reverte pasando de muleta admirablemente al último toro, con los pies clavados y con el cuerpo muy cerca de los pitones, se perfilaba para entrar a matar, cuando de pronto, una flor, arrojada por una mano femenina, cayó a los pies del matador.

Un silencio se extendió por la plaza. Reverte, sereno y con ademan majestuoso, desarmó su brazo y recogió la flor del suelo. De pronto se sucedieron gritos de horror. La fiera se había arrancado sobre el diestro, y haciéndose con él, lo corneó de fea manera.CUCglP_WEAAlPYN (2)

Sin embargo, hecho el quite por la cuadrilla, como si no tuviera nada, se levantó, cogió el estoque y mató a la fiera de una soberbia estocada.

Reverte según costumbre, se fue enseguida a la capilla de la plaza y ante la Virgen, dando un beso a la flor que estuvo a punto de costarle la vida, la dejó en un florero delante de la imagen.

Cuando se montó en el coche que le habría de conducirle a la fonda, su banderillero de confianza le reprochó la temeridad que había cometido, contestándole Reverte:

    Si yo no hubiese cogido la flor, hubiera quedado como un cobarde, y a los cobardes no les arrojan flores las mujeres

Antonio Reverte y Murcia

Antonio Reverte siempre tuvo a ley su pasado lorquino, toreó muchas veces en Murcia y sobre todo en Lorca, donde se le trataba como a un hijo adoptivo. No había fecha taurina en la Ciudad del Sol, donde no estuviera el diestro sevillano.IMG_7438[4094]

En junio de 1892, tuvo dos citas importantes en nuestra región, primero toreó en Murcia ganado de Pérez de la Concha, compartiendo cartel con Fernando Gómez “Gallo”. Unos días después, el 29 de junio de 1892, inaugura junto a Rafael Molina Lagartijo, el coso de Sutullena en Lorca. Ese día Reverte fue homenajeado y agasajado por toda la afición lorquina. Aunque Lagartijo era mucho más veterano, le cedió al diestro sevillano abrir plaza, y así tener el honor de ser el primer torero en matar un toro en la nueva plaza, deferencia que tuvo con Reverte por los vínculos afectivos que tenía el sevillano con el pueblo de Lorca.10432505_334385556711129_8773121479321231722_n

Antonio vuelvió en septiembre a Lorca para torear una corrida de Benjumea, junto a Bonarillo, mano a mano.

En 1896 fue el primero que se ofreció de manera altruista a torear la corrida a beneficio del torero murciano Juan Ruiz “Lagartija” que poco tiempo antes en Valladolid  quedó inútil para la profesión por una herida que se hizo en el dedo pulgar de una mano, causada por el estoque cuando entraba a matar.

Reverte fue un torero exageradamente castigado por los toros, todos los años tuvo graves percances, en 1899 recién salido de uno de ellos, toreó en septiembre en Murcia, junto a Guerrita y Bombita.

En 1900 tuvo tan grave percance en Bayona, que lo dejó fuera de los ruedos casi un año, y aun pudiendo torear antes, él se empeña en reaparecer en la Murcia que tanto quiso, lidiando toros de Antonio Halcón, de Sevilla.

1903 fue su año trágico, primero porque el 20 de enero murió su querido padre, don Diego Reverte, nuestro paisano lorquino. Esto le sorprendió cuando estaba en tierras mexicanas. Unos meses antes Antonio había cruzado el charco para hacer la temporada americana.entierro reverte-page-001

Solo ocho meses después de la muerte de su padre, el 13 de septiembre, las complicaciones tras ser operado de un tumor en el hígado, acabaron con la vida de Antonio Reverte.Cggl4gaWEAAqcMe (1)

Ironías del destino, tantas veces castigado por las astas de los toros, y murió en un sanatorio, de un intervención quirúrgica, ajena por completo a su arriesgada profesión.

Antonio Reverte fue largamente llorado por toda la afición murciana, sobre todo en su Lorca, esa Lorca que vio nacer a su padre Diego y a su abuelo Agustín.

Y esta es la historia taurómaca de Antonio Reverte, torero grande entre los grandes, sevillano de cuna, y con una murcianía que llevaba siempre con mucho orgullo y cariño.

Por Julián Hernández Ibáñez @julianhibanez

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