El mejor escenario para que los toreros demuestren sus condiciones para progresar en la profesión es una plaza de toros. Es ahí, vestidos de luces, y con la responsabilidad sobre sus espaldas, donde se adivina de verdad si están o no capacitados para caminar por la difícil senda del toreo. Lo cierto es que muchos han demostrado que están preparados para esta aventura, pero lamentablemente no les dan bola, o en este caso, oportunidades. Ejemplo de ello es el torero calasparreño Filiberto, que, a falta de contratos, tiene que agarrarse a los tentaderos para no perder la ilusión y a la vez estar preparado para cuando pase el tren.
Una vez más Filiberto demostró ayer en la ganadería yeclana de Nazario Ibáñez que sus condiciones físicas, sus ilusiones y sus muñecas están habilitadas, junto con su valor, para afrontar retos de importancia. Con gran domino y oficio le formó un buen trasteo a un novillo de esta vacada ante la atenta mirada de más de un centenar de paisanos suyos de la Asociación Taurina “El Quite” que viajaron hasta Yecla para disfrutar de un día completo de campo bravo.
La entidad que preside Juan Carlos Marín presenció con admiración como se cría el toro bravo en esta finca murciana en la que se han propuesto también fomentar la afición. “El Quite” entregó detalles al personal de la ganadería de Nazario Ibáñez y al matador de toros de Albacete, Rubén Pinar, muy vinculado a esta casa ganadera, que los acompañó en todo momento en la visita.
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