Falta una semana para que se hagan públicos los carteles de Madrid y a día de hoy, en los avances que se van publicando, no aparece el nombre de Rafaelillo.
Si yo, que soy un simple aficionado y como yo otros muchos estamos indignados, no puedo imaginarme como estará el torero. Rafael ha superado muchas injusticias en este mundo del toro, dominado por media docena de mangantes que cambian cromos, se pagan favores y abaratan costos para que sus ganancias no disminuyan y todo ello consentido por unos medios de comunicación, la mayoría subvencionados y al servicio de las empresas, que nos quieren vender esta Feria de San Isidro como la feria del siglo, con carteles repletos de “figuras” cuyo mérito es pertenecer a las casas que mandan en este negocio y con ganaderías que embistan para que los del clavel en la solapa y el cubata en la mano, llenen los tendidos y pidan orejas olvidándose de donde están.
Al descender el número de festejos, han desaparecido muchas divisas toristas que se dejan para el verano cuando las ferias ya están hechas y la televisión ya no está. Por otra parte, no entiendo que se pueda hacer una feria sin esperar a ver qué pasa en Castellón, Valencia o Sevilla; pero da igual, porque los carteles son los mismos.
Rafaelillo ha superado muchas cosas, demostrando una raza y un coraje fuera de lo común. Le sobra casta, vergüenza y dignidad. No ha querido vender el percance de Pamplona que casi le cuesta la vida. Su regreso a lo que es su vida, el toreo, lo hizo con una de Victorino, y lo que hizo la temporada pasada es para
enmarcar. Lo que para otros es una gesta, para Rafaelillo es su día a día, lo normal: Victorinos, Adolfos, Miuras, Cuadri. Fueron 16 corridas en las que cortó 24 orejas y un rabo, saliendo a hombros en muchas de ellas.
A Madrid fue con la de Adolfo y a punto estuvo de abrir la Puerta Grande. Recibió el premio a la mejor estocada de la feria y, cuando lo lógico hubiera sido recoger la recompensa a lo ganado en el ruedo, resulta que empieza la temporada y no está en Castellón, ni Valencia, ni Sevilla, ni Madrid.
El mundo del toro está lleno de tópicos y el más falso es el que asegura que el toro pone a cada uno en su sitio. Si fuese verdad, Rafa tendría que estar encargando los vestidos de torear para la temporada que empieza en lugar de estar en su casa haciéndose preguntas sin respuestas.
Si esta es la Fiesta, que me borren.
Por Juan Vicente Rubio