Luis Sánchez Olmedo captó con su objetivo un cuadro real de Francisco de Goya en pleno siglo XXI. La imagen es simplemente brutal, al nivel del lienzo que el de Fuendetodos creó en 1793 y que está considerada la obra más dramática y violenta de su genial serie dedicada a la tauromaquia: “La muerte del picador”.

La instantánea refleja a la perfección el angustioso momento que se vivió ayer en Vistalegre cuando un toro de Vegahermosa se enceló con el cuerpo del subalterno Juan José Domínguez, que perdió pie en un par de banderillas y quedó en el suelo a merced del toro. El pánico inunda la escena. La mirada de los que tratan de auxiliar al compañero se centra en su pecho, donde el toro pega el navajazo con olor a parca.

Roca Rey colea al bicho mientras siente que la vida de su amigo se escapa. Su cara se mimetiza con el color de su terno de luces recién estrenado. Iván García lucha entre el terror y la lágrima, mientras siente que solo un milagro puede retener el alma de Juan José.
A cuerpo limpio, Pascual Mellinas sale presto a intentar sacarlo de las astas y volar hacía la enfermería.
La escena tiene segunda parte, incluso con más dramatismo de la primera. El toro mira a su presa que se debate entre la vida y la muerte en el ruedo, mientras sus compañeros lo cogen en brazos como la Virgen a Jesús cuando lo bajaron de la cruz. ¡Piedad!

A Iván García se le bañan las mejillas de amargura y Mellinas se la traga para poner sosiego y darle alas a las piernas para ir donde está el Doctor Crespo.
Afortunadamente, Don Enrique tiene la virtud de quitarle al de la guadaña lo que quiere robar antes de tiempo.
No quedó ahí la cosa, porque cuando parecía que la tarde acababa, el sexto encunó a Aguado al entrar a matar, metiéndole prácticamente casi todo el pitón por el tercio medio de su muslo derecho.
¡Dureza hasta el último minuto!
La cornada es solo la herida del trance, pero hay otras que no se ven y que llevarán todos los que actuaron en la plaza de toros de Carabanchel ayer miércoles, entre ellos el murciano Pascual Mellinas. Vestirse otra vez de torero después de vivir lo relatado también es un milagro.
“Esto es duro, pero es así. Hay que sobreponerse y tirar para adelante. Se sigue demostrando que esto es una profesión para tíos de verdad, que no damos la espalda a esto ni en los peores momentos. Es increíble que cuando nos ponemos a defender la tauromaquia de las injusticias, de todas en general, parece que somos los malos”, expresa el hombre de plata de Calasparra.
@elmuletazo
Fotos: Luis Sánchez Olmedo