No podría haberlo hecho, no estaba obligado a nada en una tarde de tanta responsabilidad. Lo más fácil era irse pronto al toro, ir a lo suyo; pero las llamadas del corazón hay que atenderlas, porque eso es lo que te diferencia, lo que te da categoría. Cuando uno se deja guiar por los latidos de la patata la vida tiene sentido. Entre tanta insensibilidad reinante, un aplauso para la ternura, para los verdaderos, para los que no esconden nada.
Así lo hizo Paco Ureña, que no dejó en perdidas el aviso cardíaco sentimental. Y es que, en un burladero de la Comunidad de Madrid, en el primer sábado de la feria de San Isidro, se hospedaba la mayor gloria torera de la Región de Murcia, de la que tanto ha bebido, en la que tanto se ha fijado. Cuando decidió ser torero y dejar atrás La Escucha en busca de su sueño, Paco quería ser como la máxima figura del toreo de nuestra tierra y el torero más personal e inigualable que ha nacido en ella.
Ver juntos a José Ortega Cano y Pepín Jiménez, en la plaza de toros de Las Ventas, era como un sueño, como encontrarse un oasis y comprobar que es verdadero. Y hasta allí se fue Paco, para quitarse la montera, para hacer la reverencia en forma de brindis y decirles lo mucho que los admira. De torero a toreros.
Dentro de unos años, porque el tiempo pasa para todos, será Paco el que reciba los brindis de los toreros murcianos que se la jueguen en futuros San Isidros, pero la gran incógnita será saber si habrá toreros de la comunidad que puedan contestar a las llamadas del corazón. Queda una generación de chavales que pueden darnos muchas alegrías. Ahí están Jorge Martínez, José María Trigueros, Víctor Acebo, “Parrita”, pero cuando toque el turno de saltar a otra nueva etapa ¿Quién le brindará a Paco Ureña?
Tantos años sin escuela taurina se van a notar. Pena del futuro de la Murcia Taurina.
@elmuletazo