El 4 de junio del pasado año Rafael Rubio “Rafaelillo” paseaba una oreja de un toro de Adolfo Martín en la penúltima corrida de toros de la Feria de San Isidro de Madrid. El murciano, que volvía a Las Ventas tras reaparecer después de casi perder la vida en Pamplona, estuvo templadísimo ante un noble animal de nombre “Mentiroso” al que remató de una estocada de libro. Madrid se le entregó y el murciano paseó el apéndice con la alegría iluminándole el rostro.
Lamentablemente, en la tauromaquia actual no cuentan los méritos realizados en el ruedo ni el sentir de la afición. Priman más los tejemanejes e intereses de los apoderados en los despachos. Por muy raro que resulte decirlo, triunfar ahora no vale para nada. Toreros a dos tardes en San Isidro’23 sin saludar una ovación en la feria del 2022, mientras que los que tocaron pelo están en el olvido.
Salvo que un milagro de última hora remedie la injusticia, “Rafaelillo” se quedará fuera de la Feria de San Isidro 2023. Ese, desafortunadamente, será su premio y quedará a la espera de las migajas de las corridas que se celebrarán en septiembre en la primera plaza de toros del mundo. De terminar siendo así, el trato para un tío al que apodan “La Verdad” por sus triunfos legítimos ante toros de las ganaderías más duras, es de juzgado de guardia.
Lo cierto es que con la feria ya prácticamente cerrada su apoderado, Nacho Lloret, no había recibido ni un solo ofrecimiento de la empresa Plaza 1. El primer contacto llegó a mitad de la semana que hoy termina, pero lo ofrecido no casa con la categoría y el respeto que tienen que tener hacia este torero.
A una semana para conocer los carteles definitivos de San Isidro, Rafael García Garrido y Simón Casas están a tiempo de no cometer este atropello. Todavía queda algún puesto libre y se supone que también un poco de cordura.
Esperamos, y visto como está el panorama, que no obliguen a “Rafaelillo” a tener que vender una temporada de despedida o retirarse un año y volver después para que cuenten con él en San Isidro.
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El Muletazo 