La Región de Murcia brilla con su nuevo ídolo. No podía ser de otra manera. A sus 19 años, Carlos Alcaraz, el tenista de El Palmar que ha superado a las torres más altas de la especialidad, se ha convertido en toda una referencia para los amantes del deporte, pero también para esos que buscan una filosofía de vida, de fuerza, de aliento, de echar el paso firme sin mirar atrás en cualquier disciplina, de eso que le decía su abuelo: “Corazón, cabeza y cojones”.
Para los amantes de la tauromaquia de esta tierra, además de orgullo, su ascenso nos da cierta sensación de melancolía. Literalmente, echamos de menos el mismo fervor y la misma pasión por los toreros de nuestra tierra que han conseguido también importantes éxitos en sus carreras. Sin duda, esa ausencia de satisfacción da muestra de la gran decadencia que tiene este espectáculo, aunque este declarado Bien de Interés Cultural en la comunidad.
Y en ese punto vienen los complejos. Muchos se las dan de taurinos, de golpes en el pecho, de defender la tauromaquia con palabras (y pocos hechos), pero a la hora de la verdad quieren lo taurino lo más lejos posible, o si lo quieren cerca es para aprovechar y hacer campaña, limpiar su imagen, y ya de paso rascar algún votito, que en 2023 hay elecciones. La poderosa y asquerosa manía de politizarlo todo.
A Carlos Alcaraz solo le ha hecho falta ganar dos Master 1000 y el Conde de Godó para que el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, lo condecore con la medalla de oro de la comunidad. Merecido sí, pero la pregunta es ¿Dónde está la medalla de oro para “Rafaelillo” o para Paco Ureña? Uno es considerado el catedrático de los Miuras, el otro, triunfador de la Feria de San Isidro. Los 2 llevando el nombre de Murcia con orgullo. Dos tíos que también saben y han sufrido en sus carnes las famosas tres palabras del abuelo del coloso de El Palmar. Su pecado, ser toreros.
Si Alcaraz hubiese querido ser torero le habrían echado de la escuela taurina de Murcia por torear en el patio de su casa, por no decir otras cosas peores, de las que los juzgados ya darán cuenta.
Si tras esto, Alcaraz hubiese querido seguir intentándolo, pues habría tenido que irse a otra escuela fuera de la Región, donde, por su suerte, se hubiera encontrado con otra forma de aprender la profesión.
Si Alcaraz hubiese querido seguir siendo torero, a lo mejor le habrían cortado las alas y el mismo día de su debut con caballos lo habrían bautizado con la famosa frasecita de: “la primera y la última”.
Si Alcaraz hubiese superado esas flechas envenenadas de gentes del mismo sector taurino regional, seguro que habría sido el triunfador de la feria de Murcia, lo mismo hasta dos años seguidos, pero al siguiente año no contarían con él….
Si Alcaraz hubiese querido ser torero, nada ni nadie, ni ningún envidioso, le hubiesen impedido conseguir su sueño, pero a la afición de la Región de Murcia le costaría volcarse con él en sus tardes clave, incluso toreando seis toros en Madrid.
Si Alcaraz fuese figura del toreo, la televisión autonómica de su Región no daría ni una sola de sus actuaciones en directo.
Si Alcaraz fuese un torero reconocido de esta comunidad, algún empresario de la misma, que da toros fuera de ella, no lo pondría ni una sola tarde en sus carteles.
Menos mal que Alcaraz ha elegido el tenis.
Pobres de los chavales de mi Región que quieren ser toreros.
Fran Pérez @frantrapiotoros