La tauromaquia, a veces, es justa, aunque la justicia tarde tiempo en llegar. Que el torero Sergio Serrano es un gran torero era un secreto a voces. Que no le han dado un pitón estos años atrás, fuera de su Albacete, una certeza. En “La Chata” siempre ha dado la cara con las corridas de toros más fuertes de esa feria, pero sus triunfos eran premiados con el silencio, con el banquillo o con la puerta en las narices.
Consiente de su valía, un murciano confió en él y se puso manos a la obra para que el nombre de Sergio Serrano ocupara el sitio que merece. Y la oportunidad llegó. En forma de desafío un domingo septiembre previo a la feria de Otoño. Dice el refrán que nunca es tarde si la dicha es buena. Pero la dicha estaba en un toro de Saltillo, primo hermano de Barrabás, y otro de Arauz de Robles.
Serrano estuvo sensacional, no le puso al valor frontera y se la jugó como aquel gran corazón encerrado en el cuerpo de un pequeño torero frente a un Samuel. Como dice el gran Carmelo López, de Dámaso tuvo ayer domingo Sergio Serrano hasta la espada. Porque por culpa de la tizona perdió un premio gordo frente al lote de toros más complicado de la temporada taurina en Madrid, en España, puede que hasta en todo el orbe taurino.
La vuelta al ruedo que dio, con más peso que alguna puerta grande en esta plaza, debe servirle para que una vez por todas las compuertas de las ferias se le abran. Su actuación bien merece que Madrid cuente con él la próxima temporada, que Sevilla abra el abanico, que Pamplona lo llame, que Francia lo acoja…
¡Que buen ojo has tenido Alfonso Romero para apoderarlo! Torerazo.
Otro vínculo del albaceteño con la Región de Murcia pasa por Calasparra, donde resultó hace 15 años triunfador de su prestigioso ciclo de novilladas, alzándose con el Trofeo Espiga de Oro tras cortar 3 orejas en la novillada de Cebada Gago celebrada el 6 de septiembre de 2004.
Fran Pérez @frantrapiotoros