PIDEN QUE SE RECONOZCA LA FIGURA DEL RECORDADO REJONEADOR MURCIANO SILVESTRE NAVARRO ORENES

En un reciente artículo (lo pueden ver a continuación), el cronista de la pedanía murciana de El Esparragal, Juan José Navarro Avilés, ha pedido que sea reconocida en esta población la figura del recordado rejoneador Silvestre Navarro Orenes.

Juan José, ingeniero naval y paisano de Silvestre, destaca la importancia de Navarro Orenes como uno de los rejoneadores más importantes de su época, además de ser un destacado empresario de la pedanía. También, añade la colaboración que siempre tuvo con los jóvenes que quisieron iniciarse en el mundo del toro y del rejoneo.

Por todo ello, y al constatarse el cariño que siempre le profesaron sus paisanos, lanza la propuesta al Ayuntamiento de Murcia para que una calle o plaza de El Esparragal tenga su nombre.

Silvestre Navarro Orenes: pasión por la doma y el rejoneo

Silvestre Navarro Andrada nació el primero de abril de 1939 en la Orilla del Azarbe, pedanía murciana de El Esparragal, donde su padre, agricultor, tenía caballos para labores agrícolas a los que Silvestre montaba desde niño. En lo que sigue, se trata de exponer, en base a las crónicas de la época, solo lo más significativo de su carrera taurina, ya que es imposible, por razones de espacio, describirla con más detalle.

Decidió dedicarse al rejoneo porque le pareció fácil, después de ver a algunas figuras en su juventud. Durante la semana montaba las yeguas de su padre en las labores agrícolas y los fines de semana se entrenaba con ellas en el rejoneo. Una vez empezada su carrera, se cambió el segundo apellido a Orenes, que era el de su abuelo, por consejo de su apoderado. En un principio fue autodidacta, no tenía ningún precedente de toreo en la familia ni tuvo lecciones de nadie; eso sí, le gustaba leer libros de doma de caballos. Una vez dedicado a este oficio, recibió lecciones del profesor de equitación portugués José Martins.

Las primeras referencias como rejoneador las tenemos en los años 50 del pasado siglo XX, entre las que está una corrida en Orihuela en agosto de 1956, en la que Silvestre rejoneó muy bien a sus dos novillos, escuchando palmas en ambos. En 1957, toreó en Cartagena y en Albacete, donde, según la crónica, fue lo mejor del festejo, con los mejores aplausos de la tarde. Torea también en esos años en Mula, Cieza, Villena, Melilla y en Murcia con Ramón Sánchez, también de El Esparragal, terminando la década en Orihuela, en junio de 1959, donde fue triunfador absoluto cortando orejas y rabos.

El primer paseíllo en Orihuela

La década de los 60 fue la de su consolidación. Para empezar, en 1960 se casó con María Esclapez Esclapez, a la que conoció una tarde de toros en Orihuela. Ella era de Elche y fue a los toros con su madre y hermana. Dando la vuelta al ruedo, Silvestre lanzó un trofeo al tendido y le manchó el vestido a María, por lo que, terminada la corrida, su madre bajó con ella al patio de caballos para quejarse, ante lo cual Silvestre prometió regalarle un vestido nuevo. En aquel momento quedó prendado de María y comenzó su historia de amor que duró 58 años, habiendo tenido cuatro hijos: Agustín, Silvestre, José Antonio y María de los Reyes.

En aquel año, después de cortar orejas y rabo en Orihuela, toreó en Vélez Rubio y en Murcia, donde, en un festival pro campaña de Navidad, compartió cartel de nuevo con Ramón Sánchez. Siguen en aquellos años corridas en Calasparra, Cartagena, Vélez Rubio, La Unión, Berja (Almería), Mula, Torre Pacheco y otra vez Orihuela. Cabe destacar su actuación en junio de 1963 en Gerona, donde triunfó plenamente, obteniendo dos orejas en su primer novillo, después de haberse lucido al colocar dos pares de banderillas a dos manos sin riendas ni cabezal. Este triunfo le supuso nuevos contratos en Gerona e Ibiza. Es de destacar que en agosto de ese año se le muere, de una pulmonía mal curada, su caballo de confianza, “Rex”, con el que había obtenido sus últimos triunfos en tierras catalanas.

A mediados de la década, en diciembre de 1965, en Murcia, con toros de Raimundo Benedicto, del Pilar de la Horadada, comparte cartel con Manuel Vidrié, Manuel Baena y Curro Bedoya. Silvestre fue el triunfador de la tarde. Según la crónica del diario Línea firmada por A. Margarito:

Montó cabalgaduras formidables y estuvo decidido a la hora de irse a la cara del toro. Clavó cuatro rejoncillos en todo lo alto, dos pares de rehiletes a una mano y medio a dos manos. Se ganó fuertes ovaciones, tanto por su toreo a la jineta como por su magnífica exhibición de monta. A la hora de la verdad, tras una pasada en falso, clavó un rejón de muerte que hizo doblar al toro y remató el puntillero. Las dos orejas de «Atrevido» fueron a parar a manos del del Esparragal, y con ellas dio la vuelta a la redonda en medio de una ovación de gala. Al final del festejo fue paseado a hombros.

En esa época tenía cuatro caballos “en toro” y otros tres en proceso de doma, todo valorado en medio millón de las antiguas pesetas. Según contaba en una entrevista, él podía echar al ruedo un caballo a los tres meses de entrenamiento, cuando otros tardarían uno o dos años. Insiste en que puede domar un caballo en unos 5 o 6 meses, pero montando a diario, ya que, dice, él entrenaba mañana y tarde. Un caballo que le cueste 18.000 pesetas lo puede vender por 250.000. En la misma entrevista, Silvestre explica el proceso de la doma de un caballo: andarlo, trotarlo, hacerle que galope… y, después, enseñarle los secretos de la alta escuela, como el paso español, ponerse de pie, hacer “el abanico”, “el tornillo” y tantas otras piruetas que el público aplaude con entusiasmo.

En enero de 1968 declaró que llevaba hasta la fecha 150 festejos y que pensaba presentarse en Madrid, pues ya se consideraba preparado. En febrero de ese año, la segunda cadena de la Televisión Española emite un documental sobre nuestra provincia, uno de cuyos apartados se titulaba «Doma de caballos», con Silvestre Navarro Orenes en acción en plena huerta. Ese año de 1968 actúa en Murcia el 12 de octubre. En mayo de 1969 comparte cartel en Murcia con Ángel Peralta; Silvestre, dándolo todo, puso un formidable par de banderillas, a dos manos, lo que junto al rejón de muerte con que acabó su enemigo, hizo que fuese premiado con las orejas y rabo. En julio de ese año, en un artículo firmado en Línea por “J. G.” se decía sobre él:

«Su dominio del arriesgado arte a que se dedica, su soltura en el manejo del caballo y ante los toros, su buen estilo en la monta a la jineta, su valentía bien probada y su conocimiento de los resortes que hay que poner en juego en la equitación, le han proporcionado una reputación merecida, abriéndole múltiples posibilidades de nuevos éxitos en cosos de distintas ciudades y pueblos; para los murcianos aficionados a esta bella faceta de las corridas es satisfactorio contar en ella con un auténtico valor, que ya puede medir sus buenas cualidades con los rejoneadores más famosos, desempeñando un gran papel«

Como tenía anunciado, se presenta en Madrid el 12 octubre de 1969, en la plaza Monumental, junto a Pepita Rocamora, Curro Bedoya y Antonio Ignacio Vargas. Silvestre coloca tres buenos rejones de castigo, un par y medio de banderillas a una mano y otro par a dos. Pone tres rejones de muerte y para matar lo hace el sobresaliente de pinchazo profundo, obteniendo dos orejas.

Banderillas a dos manos, con el caballo “Chocolate”, en Madrid

Termina así una década en la que su buen hacer le proporcionó tal popularidad en la ciudad de Murcia que intervino con sus caballos en el Entierro de la Sardina y en el desfile de los Reyes Magos.

La década de los setenta comienza con un triunfo en Orihuela, siempre Orihuela, donde en enero de 1970 cortó orejas y rabo, y lo mismo ocurre en Petrel, en mayo; en este mes torea con Ángel y Rafael Peralta en Caravaca. Al tercero de la tarde, Silvestre Navarro Orenes le corta las dos orejas. El cuarto de la tarde es rejoneado por los tres, estando muy certeros y habiendo orejas para todos. En agosto de ese mismo año, obtiene un gran triunfo en Sabiote (Jaén). Sobre Navarro Orenes se dijo en la crónica del diario Línea:

«El caballero don Silvestre Navarro Orenes, de Murcia, ha tenido una lucidísima actuación entusiasmando al respetable, luciendo sus maneras de gran jinete, la elegancia y talento de sus corceles y un estilo torero de primer orden. Sólo a la mala suerte se debió que en el primer de la tarde no cortara ningún apéndice, si bien al terminar su faena fue largamente aplaudido por él público, un sector amplio del cual pedía para él una oreja. Pero lo que tuvo de infortunio en su primero de una novillada muy dura, no se repitió para su fortuna en su segundo —cuarto de la tarde— en el que sacó dos preciosos caballos con los que arrebató al público luciéndose el torero en las distintas suertes, para terminar cortando las dos orejas y el rabo de su enemigo, dando una vuelta triunfal al anillo, devolviendo prendas. Silvestre Navarro Orenes ha gustado extraordinariamente en esta plaza donde ha demostrado su gran calidad y la espléndida doma de sus caballos»

En este año de 1970 no fue incluido en los carteles de la feria de septiembre, pese a que, como hemos visto, en la Monumental madrileña había obtenido un clamoroso triunfo en la temporada anterior. En cambio, actúa en Madrid de nuevo en octubre en una corrida junto a Gregorio Moreno Pidal, Curro Bedoya y tres rejoneadores portugueses; en esta ocasión consiguió la “pandereta de oro”, alto galardón concedido solo a aquellos rejoneadores que anualmente obtuvieran el máximo trofeo en tal festejo.

En estos años actúa en Lorca, Santiago de la Ribera, Lorquí, Torrre Pacheco y San Pedro del Pinatar. En febrero de 1973, se le concede permiso para construir una plaza de toros particular en la Orilla del Azarbe, El Esparragal, en la que había aneja una terraza con capacidad para ciento y pico de personas. En realidad, se trataba de tener un sitio donde torear y donde los estudiantes o los aficionados pudieran ir a pasar un rato. Torea también en Ceutí, Archena, Torres de Cotillas, El Mirador  (San Javier), Torre Pacheco y Lobosillo, a veces en su plaza portátil. Precisamente en Torre Pacheco, en octubre de 1977, aparece su hijo Agustín. En el toro de rejones actuaron ambos, siendo premiados con las dos orejas y dando la vuelta al ruedo al son de la música, entre ovaciones. El toro fue aplaudido en el arrastre.

Rejón de castigo. Obsérvese la cornamenta del toro, sin afeitar

El 19 de febrero de 1978 fue el debut oficial de su hijo Agustín en Orihuela, que alternó con su padre. La presentación del joven rejoneador fue “muy lucida, exponiendo mucho, lo que hizo que resultara herida una de las jacas. Con el consenso general, le fueron concedidas las dos orejas. Siguieron otras actuaciones de padre e hijo, como en Vélez Rubio, en la plaza de toros La Fuensantica, propiedad  Silvestre, que por entonces se había hecho empresario. Y lo mismo en San Pedro del Pinatar y en Balsicas, compartiendo cartel padre e hijo y toreando al alimón en alguno de los toros.

En 1979 se celebró una fiesta campera en El Esparragal, en la finca de Silvestre, con la lidia de un novillo, exhibición de las cuadras, monta y doma, aunque lo más importante, según la crónica, fue la reunión para hablar de toros en invierno. Ese mismo año, en Orihuela, en agosto, tuvo lugar la novillada de las fiestas, en la que abrieron plaza Silvestre y su hijo Agustín, haciendo lo mismo en Mula en septiembre de ese año.

A partir de aquí las noticias nos hablan ya de Agustín que, en 1979 acumuló once festejos, triunfando, a sus 16 años, en la mayoría de ellos y quedando artísticamente en excelente posición para afrontar con la mayor ambición las próximas temporadas.  El 29 de junio de 1980, en San Pedro del Pinatar, Agustín Navarro Orenes tomó la alternativa de manos de Ángel Peralta, actuando como testigo su hermano Rafael. El festejo, con un lleno impresionante, fue considerado de éxito completo, tanto en lo artístico como en lo económico.  Agustín Navarro se las entendió con el peor toro de la tarde; fue muy aplaudido al poner rejoncilllos y banderillas, cortó una oreja y dio la vuelta al anillo. El cuarto toro fue lidiado al alimón por los tres rejoneadores, los cuales hicieron las delicias del público por su doma de caballos y faena al toro. Fueron muy aplaudidos y cortaron dos orejas y rabo.

La alternativa de Agustín con los hermanos Peralta, en San Pedro del Pinatar

Agustín Navarro permaneció en activo en diez temporadas, alternando con las máximas figuras del rejoneo, Ángel y Rafael Peralta, Álvaro Domecq, Manuel Vidrié y otros.  Abandonó la profesión de modo radical por los “manejos” y falsedades que observaba, que culminaron en su última actuación en la plaza de toros de Huércal-Overa, al echarle un manso que saltó las tablas y pasó al patio de caballos formando allí un “desaguisado” que pudo acabar en tragedia. A este manso se le veía claramente en el cuello la señal del collerón.

Después de Agustín siguieron también la estela de Silvestre Navarro Orenes sus otros dos hijos varones, Silvestre y José Antonio, toreando sobre todo por nuestra región. Silvestre lo dejó en 2004 y José Antonio sigue en activo y conservando las cuadras y la plaza de entrenamiento en Fortuna, donde trasladaron todas las instalaciones en 2003. José Antonio actúa siempre que lo llaman para causas benéficas y tiene dos objetivos: uno, tomar la alternativa y, el más importante, hacer una corrida homenaje a su padre.

Es difícil contar el historial taurino de Silvestre en un artículo. Se trata de una vida dedicada a su pasión, la doma y el rejoneo, con episodios de todo tipo: alegrías, frustraciones y anécdotas como la de una tarde en Villena en la que continuó toreando con la tibia y el peroné partidos por el toro y aún así cortó las dos orejas… o el éxito de haber doblegado y lograr tener como mejor caballo al llamado “Ilusión”, que parecía indomable y que había matado a la hija de Álvaro Domecq. Un historial que no acabó, desgraciadamente, con el éxito que su valor y calidad merecieron, teniendo en cuenta las crónicas que relatan tantos éxitos, y máxime después de haber triunfado por dos veces en Madrid; la causa fue la mala gestión de su apoderado, que se negaba a menudo a que Silvestre toreara si no se incluía en cartel a sus otros representados. O también a vetos de compañeros, como el de Peralta, por negarse Silvestre a venderle su mejor caballo, “Chocolate”. O quizá también porque en Murcia no se ha sabido apoyar a sus artistas, en este caso en el mundo del toro.

Lo que está claro es que Silvestre tuvo una trayectoria ejemplar como torero y también como empresario, faceta en la que ayudó a muchos principiantes, lo cual también debe ser reconocido. Una carrera, en fin, que nadie habría imaginado teniendo en cuenta su origen y que no contó con más ayudas que su trabajo y pundonor. Murió el 20 de agosto de 2018, a los 92 años, y la crónica reconoció que “dejaba el recuerdo imborrable que dejan personas extraordinarias, por sus grandes virtudes, por su bonhomía, humildad y el cariño que siempre brindó a cuantos le trataron”.

Es indudable en cualquier caso que Silvestre Navarro Orenes, junto a sus hijos, ha formado parte de la historia de Murcia, y, en concreto, de El Esparragal, lo cual merece nuestro reconocimiento, que debería ser plasmado con la dedicación de alguna calle o plaza de nuestro pueblo.

*Artículo publicado inicialmente en Blog El Lugarico, La Opinión y reproducido en El Muletazo con su permiso por Juan José Navarro Avilés,  ingeniero naval, nacido en El Esparragal, Murcia y cronista de dicho pueblo. Como cronista, prepara y publica artículos de los temas y personajes relevantes del pueblo, entre los que Silvestre Navarro Orenes ocupa un lugar preeminente.

Los comentarios están cerrados.

Subir ↑