Hoy todos recurren al conocido refrán, como aliento ante el tremendo susto vivido ayer en la plaza de toros de “Los Felices” de Molina de Segura, donde el becerrista David Pardo casi pierde la vida al seccionarse con los arpones de un par de banderillas la femoral del muslo izquierdo: “Después de la tempestad, viene la calma”
Ayer, a estas horas, David estaba en manos del Doctor Robles y su equipo, que se encontraron una de las heridas más graves de los últimos años. Entre esto y lo de César Pacheco este año “se han ganado el jornal”, como se dice por estas tierras. Hoy, el becerrista del Barrio del Carmen está en la cama de una habitación del Hospital Virgen de la Arrixaca, con el móvil (como todos los críos de su edad), contestando los mensajes que le han llegado de ánimo y pronta recuperación y observándose en las fotos que le hicieron ayer antes de que intentara partir los rehiletes y pusiera a todos con un nudo en la garganta.
Lleva cuatro litros de sangre nueva en el cuerpo y un costurón en el muslo que le recordará que la fiesta de los toros es bonita, pero dura, muy dura, demasiado dura. Seguramente, si no fuera así, no habría perdurado en el tiempo. Esto solo ha sido un obstáculo en el camino. Tiene las ideas claras y quiere ser, por el momento, como adelantó en la entrevista que le hicimos en este medio, “Revelación de la novillería” y más tarde “Figura del Toreo”. Todo se andará…
En el hule quiere agradecer desde estás líneas a todos cuentos se han interesado por su estado de salud. Hay David Pardo para rato.

@elmuletazo
