Muchas veces, en las redes sociales, los aficionados toman parte por toreros desconocidos sin que estos todavía hayan demostrado su valía en el ruedo. No es la primera vez que se crea una gran expectación en torno a la figura de un espada y luego, en la plaza, la gente se topa con la más cruda realidad. Recordarán ustedes aquel novillero anunciado en una edición de la Feria Taurina del Arroz de Calasparra, que venía con el favor de muchos aficionados, que muchos viajaron hasta la Villa del Arroz para verle, y que luego, en La Caverina, frente a una novillada de gran juego de Valdellán, no dio ni un pase.
Hay un murciano al que le pasa todo lo contrario. No se habla de él, está en la sombra, pero, sin embargo, sus condiciones están totalmente contrastadas por lo que ha conseguido en las pocas oportunidades que le han dado. Tiene la hierba en la boca, la edad perfecta y las condiciones físicas idóneas. Su toreo está alineado con el clasicismo y la pureza, pero si hay que apretar los dientes, el valor le acompaña. Tiene el deseo de conquistar a los públicos, igual que lo hizo en su etapa de novillero con y sin caballos. De matador, se está cuajando poco a poco, como se han ido haciendo otros toreros que ahora son idolatrados por los entendidos. A Filiberto, de Calasparra, solo le faltan más oportunidades, y una confirmación de alternativa en Madrid. Todo llegará, porque su fe y amor por la profesión bien lo merecen.
De momento, en Sanlúcar de Barrameda, cuartel general de toreros en su situación, espera entrenando como un titán a que le llegue el agua en forma de corridas de toros, y como a las espigas de arroz de su tierra, le hagan fructificar.
Este fin de semana, en la ganadería de Eugenio Frías, en Villamanrique (Ciudad Real) ha plasmado delante de una vaca de gran juego el toreo de verdad volviendo a ilusionar a todos los que piensan que este torero merece que el sector le de más cosas de las que está obteniendo.
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El Muletazo 