El próximo sábado, 30 de marzo, la historia taurina de la Región de Murcia tiene una cita en Lorca. Por segunda vez en sus casi 132 años de existencia, el Coso de Sutullena vivirá un acontecimiento de reinauguración. Parecía una utopía que esto sucediera hace unos años, cuando la plaza estaba en ruinas, su antigua propiedad se resistía a venderla, el ayuntamiento de Lorca no se decidía a su compra y unos jóvenes se paseaban con una pancarta por la piel de toro reivindicando su rehabilitación y aprovechando cualquier evento para que el lema ¡Sutullena Ya! quedara patente en todos los estamentos taurinos y gubernamentales.
Han pasado los años, y aquellos que pensaban que el reto era casi imposible, han tenido que tragar quina o unirse a lo que nació siendo algo irremediable, que Lorca disfrutara de nuevo de su plaza de toros y que eso sirviera para la dinamización cultural y económica de la Ciudad del Sol.
No ha sido fácil, como todo engranaje, maquinaría o pretensión, se ha tenido que ajustar bien los mecanismos, las ideas y las políticas para que todos los estamentos implicados hayan entendido y obrado para que la cabecera de comarca del Guadalentín tenga de nuevo operativo uno de sus edificios más emblemáticos.
El Sábado de Gloria, si el tiempo no lo impide, Paco Ureña trenzará el paseíllo para estoquear seis toros de diferentes ganaderías y abrir un nuevo tiempo para la fiesta de los toros en Lorca.
Hace casi 79 años, concretamente el 2 de septiembre de 1945, el Coso de Sutullena viviría una jornada similar a la que se vivirá en unos días.
En aquella ocasión, y tras estar cerrada por la Guerra Civil, aunque el coso estaba muy deteriorado antes de que estallara esta, la intermediación de las familias Montoya y Miñarro hicieron posible que el edificio inaugurado en 1892 volviera a estar operativo. La inauguración de la “Monumental Plaza”, como así figuraba en los carteles, causó gran expectación en toda la Región de Murcia y en las poblaciones limítrofes a Lorca, pertenecientes a Andalucía. La jornada fue festiva, desde su inicio a su fin. La banda municipal de música animaba las calles al igual que las bandas de cornetas y tambores de los pasos más representativos de la Semana Santa Lorquina.
Aquel día de la negra España de la posguerra la Ciudad del Sol se fue a color, a la felicidad.
Tendidos a rebosar para presenciar un cartel de auténtico lujo. Domingo Ortega reaparecía para la ocasión, abriendo un cartel que completaron la primerísima figura del toreo, Luis Miguel Dominguín y un carismático torero sevillano Pepín Martín Vázquez. Para la ocasión se lidiaron toros de una vacada también de primera fila, la de los Señores Herederos del Excelentísimo Señor Conde de la Corte, vacada formada en 1912 por la Marquesa Viuda de Tamarón con reses de Fernando Parladé, originarias de Eduardo Ibarra, de pura casta Vistahermosa.

En el patio de cuadrillas, antes de trenzar el paseíllo, Luis Miguel Dominguín, sorprendido por el llenazo hasta el tejado, le pregunta a su hermano Pepe, también matador: “¿Esto no era un pueblo?”. Los tendidos lucen esplendorosos, las mujeres lorquinas se han puesto sus mejores galas, y la expectación está por las nubes.

Antes de que se produzca el paseíllo, se forma el revuelo en los tendidos. Por la bocana del tendido 8 asoman dos de los personajes más apreciados del momento, dos figuras de la música, Manolo Caracol y Lola Flores. El presidente tiene que retrasar el inicio del festejo porque sus innumerables partidarios no les dejan pasar a su localidad de barrera. Lola escucha por el camino cientos de piropos que corresponde con su sonrisa pícara de inigualable faraona.

Comienza el festejo con el triunfo rotundo de Domingo Ortega que le corta un rabo al toro de la reinauguración y de su vuelta a los ruedos. El de Borox ofreció una faena de garra y a la vez de mimo, mostrando una elegantísima técnica.



Luis Miguel no quiso quedarse atrás, no podía aguantar que Domingo, que venía de vuelta, le superara. Lleno de ambición puso al coso de Sutullena en pie en una faena que brindó a Lola Flores. Las dos orejas y el rabo fueron a su esportón.
Pepín Martín Vázquez siguió por la vía del triunfo, desorejando al tercero. Dibujó el toreo más artístico de la tarde, toreando con gracia sevillana. Los aficionados lo supieron apreciar.



Domingo Ortega y Luis Miguel redondearon su tarde al pasear las dos orejas del cuarto y quinto ejemplar del festejo, pero en el sexto llegó lo más hermoso. El torero más desconocido, pero llamado a ocupar el trono de Manolete (Solo las cornadas se lo impidieron) armó la mundial en un autentico faenón que inició de hinojos para dejar patente que el arte no está reñido con la valentía. Martín Vázquez dibuja el toreo al natural de tal manera que en por los tendidos se escuchan los olés al igual que los vítores que los lorquinos les dan a sus cofradías en Semana Santa.



Por la noche, después del soberano espectáculo, Manolo Caracol y Lola Flores ponen la guinda al día dejando su arte con piezas como “La Niña de Fuego”, “La Salvaora” o “Rosa Venenosa”….
Fran Pérez @frantrapiotoros
