La plaza de toros de Lorca celebra este miércoles, 2 de septiembre, el 75 aniversario de su primera reinauguración después de ser recuperada tras la difícil y tortuosa Guerra Civil española que la dejó prácticamente en ruinas.
Esta efeméride coincide con el proceso de rehabilitación que se está llevando a cabo en el Coso de Sutullena, llamado así por situarse en la pedanía loquina del mismo nombre, para recuperarlo de los daños que en él ocasionaron los dos terremotos que asolaron Lorca en mayo de 2011. Unas obras que desembocarán en una esperada segunda reinauguración cuando las condiciones sanitarias permitan otra vez celebrar con normalidad festejos taurinos.
En el más que centenario coso se respira esperanza. Una buena noticia después de que su olor se abrazara a la ruina durante tanto tiempo. Por los andamios vuelan los sueños y los cambios. Por el suelo, mueren algunos recuerdos. Los clamores de la plaza se pasan el testigo. De la distinción de Jiménez al natural de Ureña. De la ambición monetaria de los Montoya, anteriores propietarios, al mimo del Ayuntamiento. De plaza de toros a “multiusos” con pellizco, como diría el maestro Chenel: “Es muy torera”.
Uno de los albañiles advierte: “No se pueden hacer fotos”. Y uno piensa: “Si este supiera”. Me muerdo la lengua. Cosas personales al margen. Las antiguas maderas de las gradas que escucharon a Caracol y a Lola Flores caen mientras suben las nuevas al ritmo de Rosalía. Caprichos del destino. O evolución musical. (A peor).
Me paro en el patio de cuadrillas, delante del azulejo que recuerda la tarde que se vivió aquí hace justo tres cuartos de siglo. Me hubiera encantado estar en ese festejo. La mente juega a ser el “Ministerio del Tiempo” y me transporta allí, en cuestión de segundos, navegando por los documentos gráficos que se conservan.
En el patio de caballos, Domingo Ortega, Luis Miguel Dominguín y Pepín Martín Vázquez se sorprenden ante el llenazo y la monumentalidad de la plaza de toros. Luis Miguel le pregunta a su hermano Pepe: “¿Esto no era un pueblo?”. Los tendidos lucen esplendorosos, las mujeres lorquinas se han puesto sus mejores galas, y la expectación está por las nubes. En los chiqueros, seis toros del Conde de la Corte, de buena presencia.

Antes de que se produzca el paseíllo, se forma el revuelo. Por la boca del tendido 8 asoma Manolo Caracol y Lola Flores, otras dos figuras, pero del cante. Para tomar asiento en barrera tardan lo suyo.

Se inicia el paseíllo y los artistas todavía siguen saludando a la gente, alguno todavía no da crédito a lo que está viviendo.
Domingo Ortega, que reaparecía para la ocasión, le corta las dos orejas y rabo al primer toro del festejo. Luis Miguel espoleado, le iguala a trofeos en el segundo y produce el éxtasis al brindar la faena a “La Faraona”. Pepín Martín Vázquez desoreja al tercero. ¡Vaya tarde!
Ortega corta otras dos del cuarto y Luis Miguel repite la hazaña y le iguala en trofeos en el quinto. Pero lo más impactante sucede el sexto toro. Pepín Martín Vázquez, el más desconocido para el gran público, cuaja una monumental faena, brillante de principio a fin, donde el inicio de faena de hinojos causa sensación. La tarde acaba en total éxito y con el sevillano paseando las dos orejas y el rabo.
Por la noche, Lola y Caracol deleitan con su cante y baile al personal. Por Sutullena suena a gloria “La niña de fuego” y “La Salvaora”.
De repente, la realidad, vuelvo a 2020. El listo del albañil comunica que ya es hora de marcharse. No hay fotos, pero me voy lleno.
Ahora toca vivirlo, pero de verdad. Parece un tópico, pero este año, por las circunstancias, se ha convertido en un lema. «En 2021 será». Ojalá.
Fran Pérez @frantrapiotoros